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Ressenya de la novel·la 

"Una metxa per encendre. València 1663"

 

 

Ressenya de Juana Sáez Juárez. Coordinadora del club de lectura de Puçol. 11 de juliol de 2025.

El título hace referencia a la metxa del temido pedrenyal, arma de fuego rápida y eficaz en hacer correr la sangre en la sociedad valenciana y, en sentido figurado, al ambiente enervado, conflictivo y violento de la Valencia del siglo XVII, en la que bastaba una simple chispa para hacer explotar los ánimos y los enfrentamientos armados.   

Jorge Luis Rodríguez escribe su novela histórica en valenciano, como corresponde a un relato basado en hechos históricos que sucedieron en una sociedad que hablaba en valenciano. La voz narradora, omnisciente, que bien podemos identificar con la del autor-historiador, nos habla con un lenguaje adaptado al lenguaje contemporáneo, aunque no exento de arcaísmos, cultismos, palabras y expresiones propias de la época narrada: “albaet”, “d’antuví”, “enviar-ho tot a orri”, “Bona nit, cresol que la llum s’apaga”... Jorge hace uso de un lenguaje muy cuidado, rico, variado, culto, coloquial, irónico, a veces sarcástico, que hace muy grata su lectura.   

La novela está basada en personajes y hechos históricos documentados, aunque poco conocidos, a los que se añaden elementos, situaciones y personajes de ficción, así el relato de las vivencias de una serie de personajes, reales y ficticios, que luchan por medrar, vivir o sobrevivir en el contexto histórico de la Segunda mitad del siglo XVII en el Antiguo Reino de Valencia, da cuenta de una realidad general que viven, o sufren, las diferentes capas sociales valencianas. En Una metxa per encendre, no hay un protagonista único, el protagonismo es colectivo encarnado por diferentes personajes que continuamente entran y salen de la acción y en los que el narrador va poniendo el foco para contarnos las diferentes formas de vivir en un mismo espacio y contexto histórico y para describir  lugares, costumbres y situaciones cotidianas de la élite social y de la vida popular del tiempo narrado que, teniendo en cuenta los recuerdos de algunos personajes como Josep, maestro zapatero retirado de origen morisco, abarca desde la expulsión de los moriscos valencianos en 1609, hasta la muerte en 1666 del marqués de Leganés, virrey de Valencia. De entre los personajes históricos destacan los tres virreyes de Valencia que se suceden en el tiempo relatado.   

Una metxa per encendre inicia su narración exponiendo la principal temática de la novela: la violencia endémica en la vida cotidiana valenciana.   

 “La lluna plena de principis de primavera en treia la blanca cara entre negres nuvols de tronada. La seua claror trèmula il.luminava els camps conreats a la vora del Camí reial de Xàtiva, a l’altura del Riu Albaida, a la riba del qual s’havia emboscat un grup de bandolers armats.”   

 El bandolerismo, según nos irá contando la voz narradora, se nutre de la miseria, de marginados por la sociedad, de culpables o inocentes que huyen de la justicia o de la Inquisición, de labradores arruinados o de desertores de la milicia entre otros muchos casos. Partidas de bandoleros que sobreviven robando, raptando o asesinando en muchos casos instrumentalizados, como brazo armado, por los bandos nobiliarios rurales y urbanos que no quieren exponerse directamente en sus luchas de intereses y que a cambio patrocinan y protegen a los bandoleros de la justicia. En el contexto histórico de la novela, nos encontramos con dos bandos nobiliarios enfrentados, el del duque de Gandía y el del duque de Segorbe, los dos únicos Grandes de España valencianos. Nobles que tejieron una amplia y compleja red de relaciones clientelares rurales y urbanas, de estrategias de control y bandolerismo para aumentar su poder económico y sus influencias políticas y de linaje que sumían al territorio valenciano en una espiral de violencia alentada, además, por sus ideas sobre honor, honra, ofensas, traiciones y venganzas.    

“Honor i honra, dos conceptes que podría haber ideat el mateix dimoni per què els homes mataren, moriren, trairen i tragueren el pitjor d’ ells. Innombrables eren els fets sagnants motivats per l’honor i per qualsevol màcula contra ell. La societat així ho tenía establit, una convenció que calia respetar. El caso d’una dona fadrina, verge i bruna, era una de les joies més guardades i més provocadores.”   

En la parte ficcional de la novela, dos personajes destacados en su relación con el bandolerismo: Na Teresa, confidente y asesora de los intereses del conde de Anna y Elda, acólito del duque de Gandía y, Batiste, un labrador culto que se convierte en bandolero de una de las partidas al servicio del duque de Segorbe encabezada por Lluìs Alemany y liderada por Josep Artus, personajes reales. Las vicisitudes de estos personajes y, en especial las actuaciones de la partida de bandoleros de Batiste, dinamizan la acción de la novela.   

Otro hecho relevante de la historia de Valencia y de la novela, relacionado con la violencia, es la agitación social de los más desfavorecidos que dio lugar al motín de los labradores de la particular contribución de Valencia el 25 de junio de 1663. Hartos de pagar impuestos por todo, alentados y enardecidos por voces críticas sobre los abusos fiscales en reuniones clandestinas, y por conspiradores e intrigantes en la sombra, los labradores se sublevaron y pusieron cerco a la ciudad y sus habitantes tomaron las armas para defenderse generando momentos de gran tensión bélica. En este episodio destaca el protagonismo de los labradores de la huerta valenciana y entre ellos Vicente, personaje ficticio, que nos muestra los usos y costumbres, las penalidades y miserias del vivir diario de la mayor parte de la población. Vicente, como muchos otros, vive agobiado por la serie de impuestos que debe pagar y por las deudas del censal, un préstamo hipotecario sin fecha de vencimiento, pero del que se debía pagar una tasa anual del interés, si no lo hacían perdían la propiedad. El censal era la inversión más segura y lucrativa, la principal fuente de rentas para las oligarquías urbanas y para el clero, y una ruina para los labradores. En este sentido en la novela hay escenas, como en la que Vicente acude a pagar el interés debido, o la de la ruina de la familia de Marta, que la obliga a prostituirse, que son un claro homenaje y una relación intertextual con novelas de Vicente Blasco Ibáñez.  

La voz narradora nos cuenta y describe, con profusión de detalles, el ceremonial barroco de los protocolarios actos públicos y de las procesiones multitudinarias, colmadas de fervor religioso, en los que las calles y palacios se engalanaban con gran ostentación. Procesiones, como la del Corpus Cristi, que eran un acto de devoción cristiana, pero también una ocasión de mostrar posiciones de poder, “de vore i fer vore”, en un orden jerárquico de rigurosa etiqueta que asignaba a cada personaje o institución el lugar que debía ocupar y, si se alteraba el orden establecido, podía dar lugar a graves altercados.     

Además de la omnipresencia de la violencia en la vida cotidiana valenciana, el narrador también nos habla de muchas otras cuestiones, nada escapa a su mirada. Nos cuenta cosas sobre sus personajes, recorremos con ellos las calles y edificios de la ciudad, los peligros de los caminos, pasamos por la huerta, los pueblos, los ríos y las montañas valencianas, nos conduce por fiestas que perduran en la actualidad como la del Corpus o los toros, además de enseñarnos el funcionamiento de los órganos de gobierno y de instituciones públicas y privadas: Universidad, prostíbulo, gremios, clero regular y secular…, nos lo cuenta con abundancia de detalles descriptivos y de datos históricos, estos últimos quizás en exceso para una novela, pero en definitiva el autor-narrador nos ofrece un gran fresco descriptivo de la vida cotidiana en la Valencia de los años 60 del siglo XVII.